Existen miles de especies de mosquitos picadores, llamados zancudos en algunas partes de América, que se alimentan de sangre animal, entre ella del ser humano. Sólo las hembras en período de gestación pican en busca de un mayor aporte de nutrientes para el desarrollo de los huevos.
Para elegir su objetivo, las hembras de mosquito se guían por diversos factores que varían de una persona a otra, lo que puede hacer que algunas personas sufran más sus picaduras.
Factores que atraen a los mosquitos
En un principio, las hembras de los mosquitos se sienten atraídas por el dióxido de carbono exhalado. Puede que la temperatura corporal también tenga un papel importante en este primer estímulo.
Una vez cerca, el mosquito responde a diversas señales químicas que se desprenden de la piel y que le guían hacia una zona con sangre superficial. Diversos estudios han sugerido que algunos tipos de sangre, sobre todo el tipo O, atraen a los mosquitos más que otros.
Las sustancias que se desprenden de la piel y que podrían atraer a los mosquitos (algunas a lo mejor ahuyentar) pueden provenir de las bacterias que viven sobre la piel y de nuestro propio sudor dando lugar a una mezcla con un gran número de sustancias que puede variar considerablemente de una persona a otra, lo que podría explicar la diferente atracción de los mosquitos.
Se ha observado que el ácido láctico, una de las principales sustancias del sudor humano, es clave en la atracción de algunas especies de mosquito, como el Aedes aegypti (mosquito de la fiebre amarilla).
A pesar de todos los estudios realizados, actualmente no se ha logrado identificar qué sustancias presentes en las emanaciones cutáneas son exactamente responsables de atraer a los mosquitos y que podrían explicar por qué algunas personas son más propensas que otras a sufrir las picaduras.
Hay que tener cuidado en no confundir las reacciones de las picaduras con ser picado. Mucha gente no desarrolla reacción cutánea a las picaduras de los mosquitos y pueden pensar que no les pican cuándo en realidad sí. No hay nadie que nunca haya sufrido una picadura de mosquito, por ello todos deberían protegerse en zonas dónde haya riesgo de contraer enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria o la fiebre amarilla, incluso aquellas que no sufren reacciones.